EL ESPESOR DEL TODO: UN VIAJE POR EL CABELLO NATURAL

Todo empezó por una quemadura química causada por una permanente casera. Era el año 1996. Hasta entonces, me consideraba una auténtica esteticista de cocina, comprando permanentes de caja para peinarme desde la universidad. En aquellos tiempos de escasez universitaria, no podía permitirme ir a la peluquería; iba a Walmart, compraba un kit de alisado, volvía a la residencia y me aplicaba una capa de crema blanca y nociva en la base del pelo, con cuidado de no mancharme, o al menos no demasiado, el cuero cabelludo ni cubrir todo el tallo. Después de la universidad, seguí con esta práctica, cuando andaba un poco corto de dinero.