ENAMORÁNDOSE DE TU CABELLO NATURAL: CÓMO ACEPTAR TU CAOS RIZADO DURANTE LA TRANSICIÓN

Hubo una época en la que no podía imaginarme sin el pelo liso. Las tardes de domingo las dedicaba a mi plancha, al brillo del aceite y al crepitar de mi pelo al freírse entre dos placas metálicas. Me encantaba el movimiento de mi pelo liso, su brillo oscuro e intenso, incluso con el inevitable daño que el calor le causaba. No veía mi textura natural de la misma manera. Era obstinadamente inmóvil y no reflejaba la luz como mi pelo alisado. Un año después de dejar el alisado, seguía sin aceptar mi pelo natural.

EL ESPESOR DEL TODO: UN VIAJE POR EL CABELLO NATURAL

Todo empezó por una quemadura química causada por una permanente casera. Era el año 1996. Hasta entonces, me consideraba una auténtica esteticista de cocina, comprando permanentes de caja para peinarme desde la universidad. En aquellos tiempos de escasez universitaria, no podía permitirme ir a la peluquería; iba a Walmart, compraba un kit de alisado, volvía a la residencia y me aplicaba una capa de crema blanca y nociva en la base del pelo, con cuidado de no mancharme, o al menos no demasiado, el cuero cabelludo ni cubrir todo el tallo. Después de la universidad, seguí con esta práctica, cuando andaba un poco corto de dinero.